Black Tiger (COMMODORE 64)

El difícil combate contra el dragón negro

Conversión de la recreativa de Capcom. En un principio el juego se deja jugar bastante bien y aunque los gráficos son escuetos y poco definidos, ha captado la esencia del original. Sin embargo, hay ciertos aspectos que se han dejado atrás, que no parecen estar en relación con problemas de memoria o capacidad de procesamiento, es decir por limitación de la máquina.

Una lástima, porque un producto que tenía expectativas queda en un producto mediocre donde el avanzar hasta el final depende mayormente de la suerte.

El primer detalle grave que no se ha tenido en cuenta son los sabios. En el original estaban puestos estratégicamente para ofrecer sus numerosos servicios de manera estructurada. Así podías seguir una ruta óptima para ir recogiendo monedas, tiempo, consejos u otras ayudas y dejar para el momento adecuado visitar al que abría la tienda para comprar todo lo necesario y estar bien pertrechado en las siguientes fases. En cambio, en esta conversión para la máquina de Commodore es totalmente aleatoria la ayuda que vas a recibir; lo que implica que en una partida puedes visitar la tienda 3 veces en una fase, mientras que en otras puedes estar 3 fases sin ver una mísera tienda, lo que hace que seguir sea casi imposible.

Las mazmorras, ideales para sacarse unas monedas extra

Una de las características del juego es ir recolectando dinero desde el inicio para poder ir mejorando nuestra armadura y arma. Como entrar a las mazmorras que están en una ruta alternativa y es totalmente opcional. Pero si por muchas monedas que recojamos luego no tenemos la suerte de que aparezca una tienda, no podremos mejorar nuestra arma (que haga más daño); los jefes finales se volverán eternos y acabaremos muriendo aunque seamos muy diestros porque hay un tiempo límite. Mejorar la armadura también es importante, pues son golpes extras que podemos recibir. Si no podemos restablecerla de manera periódica estamos totalmente vendidos. Además, no nos restauran a la armadura básica al pasar de nivel …

Explorando el Reino de los Dragones

Además de potenciar nuestra arma e ir reponiendo nuestra armadura, hay otros detalles a tener en cuenta en nuestro viaje a derrotar los 3 dragones que atemorizan el reino. Al igual que en el original, destuyendo parte del escenario se revelarán objetos escondidos; pero la aparición de los mismos vuelve a ser aleatoria. No nos va a dar la misma alegría encontrarnos una vida extra que una moneda de ínfimo valor.

Las monedas calavera vigilan atentas

Especial atención habrá que poner al binomio cofres y llaves. El uso de las mismas es automático al pasar por delante de los cofres, pero lo que esconden éstos es desconocido. Puede ser dinero para aumentar nuestra ‘bolsa’ o un fuego que nos dañará. Antes de pasar por delante de un cofre es recomendable saber si nos quedan llaves o no; porque en el caso que nos queden, si aparece un enemigo justo al pasar por delante del cofre, tendremos que detenernos y casi seguro que nos tocará la trampa que no podremos evitar. Para no estar pendiente de esto, lo mejor es no tener llaves. O no cogerlas, o en cuanto tengamos una, ir rápido a un cofre a gastarla.

¿Objetos inútiles?

Otra cosa que sorprende de esta conversión son algunos objetos que no parecen tener utilidad. Por un lado las dagas, las lanzamos automáticamente al usar el arma principal; pero por temas de limitaciones de la máquina no parecen tener ninguna función. Aunque impacten a un enemigo, no les causa daño.

El tigre, digo dragón negro, el último escollo para la victoria final

Por otro lado, están las pociones (no confundir con la vitalidad, que son ‘toques extras’ cuando nos quedamos sin armadura). Se pueden comprar en las tiendas, y en la recreativa estas pociones tenían la utilidad de curar cuando nos envenenábamos; por lo que siempre era necesario tener 1 o 2 en nuestro inventario listas para ser consumidas si se daba el caso. Sin embargo, aquí no parece que nunca lleguemos al estado de envenenado, que ocurría cuando nos tocaban los murciélagos (inexistentes aquí), o una planta carnívora infectada (también ausente).

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