Chequered Flag (ARCADE)

Arrancan los motores

Desde inicio de los años 80, con las nuevas posibilidades tecnológicas con las recreativas, siempre han estado muy presente los juegos de carreras. Intentar llevar al jugador esa sensación de velocidad, adelantar a tus oponentes para llegar primero a la meta. Con Out-Run y Wec Le Mans (de la propia Konami) se empezó a popularizar la técnica de sprite-scaling, que consistía en dibujar un mismo sprite a distintos tamaños para dar esa sensación de profundidad, que los mismos se fuesen acercando desde la lejanía hasta nuestro punto de visión.

En Chequered Flag el uso de esta técnica es diferente. En vez de usar una vista en tercera persona detrás del protagonista, ahora tenemos una vista cenital que acerca y aleja la cámara hacia nuestro coche. Una especie de zoom digital para ver en detalle los momentos más cruciales como la salida o la entrada a pit stop; disponemos de una vista más alejada durante la conducción para poder reaccionar con más tiempo a las curvas.

Los Circuitos

Los adelantamientos, mejor en rectas o por el exterior en las curvas

Según echamos moneda, la cámara aérea nos hace un barrido del primer circuito y nos deja listos para salir disparados cuando el semáforo se ponga en verde. Éste primer circuito es bastante simple en su concepto. Bastante corto y casi todas las curvas de tipo fácil, de las que no hace falta levantar el pie del acelerador. También disponemos de un coche sencillo con poca velocidad, aun así habrá que estar atento al momento de cambiar de marcha corta a larga. Completando 3 vueltas nos dará acceso al siguiente nivel

El circuito medio puede darnos las primeras complicaciones. Aunque el trazado no es mayor que el anterior, ahora deberán ser 4 vueltas las que debemos de completar para finalizar la carrera. Una longitud que se nos puede atragantar según nuestro coche sufra desperfectos chocando con las barreras del circuito, otros rivales o directamente saliéndonos de pista. En este punto del juego, todavía es generoso y nos permite entrar un par de veces a ‘boxes’ si se ilumina algún sensor crítico de estado, los mecánicos de turno arreglarán nuestro coche y lo dejarán como nuevo.

La fase nocturna con luces no podía faltar

La penalización por entrar a ‘Pits’ es el tiempo que estamos consumiendo mientras afinan nuestro bólido, pues es el factor determinante del juego. Iniciamos la competición con un tiempo determinado que va decreciendo invariablemente, sólo completar ciertos sectores del circuito hace que se sumen valiosos segundos al contador y podamos mantener la partida viva.

Este circuito medio, claramente inspirado en las 24 horas de LeMans con su fase de lluvia y nocturna, nos pone a mandos de un coche mucho más rápido; alcanzamos más de 300 km/h y nos encontramos con curvas de tipo ‘chicane’ (zig-zag) y otras de 90º. Por lo que ya tendremos que afinar nuestra estrategia de soltar el acelerador o incluso cambiar directamente a marcha corta como método brusco de frenado.

El champán a remojo

El último circuito nos separa de la victoria final. Entramos en un nivel bastante exigente pues es poco probable que podamos usar el pit-stop y llegar a la meta a tiempo. Manejamos un fórmula 1 que mientras esté sano podrá agarrarse a las curvas como si tuviera uñas; pero si empezamos a degradar su estado con los numerosos rivales que hay en la pista empezará a no ser una máquina tan fiable en llos giros. Aquí también encontraremos la curva más difícil del juego, la de de 360º, será el momento de usar los frenos.

Si conseguimos hacernos con este largo trazado (aunque sólo sean 3 vueltas) podremos sacar el champán y celebrar el triunfo de haber completado uno de los juegos clásicos de conducción, que como era habitual en la época, disponía de mueble-cabina propio para que las sensaciones fuesen más reales.

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